Reflexiones sobre el running
Llevo un tiempo pensando en el tema de
running y de la transformación que sufro cuando me pongo a correr,
las fases por las que paso, parece que pasa toda una vida por delante
mia.
Tengo asumido que el running es un
deporte para masoquistas, es como la ludopatía en la que te juegas
la pasta en las tragaperras convencido de que vas a ganar y el
resultado es siempre el mismo. Pero bueno, mientras pierdes el
placer es máximo, esa sensación de libertad, de soledad, de no
saber donde estas, de que no hay prisa por nada... el tiempo se
estira y si a esto le ponemos un poco de musica ya es el summun. En
el rato en que te encuentras bien te sientes poderoso y enorme, ves a
tu alrededor por encima del hombro, tus pisadas machacan el suelo y
hacen añicos todo cuanto tocan; disfrutas, lo disfrutas a lo grande,
mucho mas que en bici. Pero este tiempo es efímero, en minutos sabes
que te llegara el momento, justo después de un breve estadio (5 min
aprox) en el que te sientes volando. A partir de entonces llega el
declive, poco a poco te vas encorbando, vas metiendo tu cabeza entre
los hombros, tus zancadas se hacen cada vez mas pequeñas y se va
consumiendo tu orgullo poco a poco. Sabes que estas vencido, te ves
vencido pero te resistes a asumirlo, es un punto sin retorno a partir
del cual todo va a peor, tratas de mantener el ritmo pero empiezan
las dudas por el cansancio: vamos que podemos!, un poco mas!, no me
encuentro bien y, por ultimo, ya no puedo más.
Ahora continua el combate contra ti
mismo. Empiezas a darle a la cabeza, te preguntas que coño estas
haciendo, porque no paras de una vez y sin querer pasas a un estado
de sedación, tu cabeza entra en un estado onirico en el que no sabes
si estas despierto o dormido, estás “knock-out”, si se cruzara
una vaca en tu camino ni la verías; tu cuerpo asumió que no vas a
parar e intenta economizar energía, desconecta sentidos para que no
consuman.
Al rato, después de mucho barrenar sin
saber de que, como cuando sueñas y te despiertas sin acordarte de
nada, la preocupación se centra en cosas como el agua, se convierte
en una obsesión, empiezas a calcular distancias, tiempos y ritmos a
los que debes ir para llegar sin desfallecer, siempre en este estado
de sedación en el que eres un robot.
Por ultimo llega el muro, de repente
las piernas dicen basta y tu cuerpo lo mismo, tu cabeza sigue igual
pero no hay más fuerzas, no hay mas gasolina, alguien ha cerrado la
espita y en 100 metros ya no te queda nada. Tienes que parar, esto ha
terminado cuanto mas tardes en parar mas lo vas a pagar, aquí ya no
hay ningun tipo de alegría, de disfrute, ya no queda mas sedación,
esto es dolor puro y duro; sólo te queda la fuerza de voluntad. Si
continuas dos o tres kilómetros más seras capaz de seguir a ese
ritmo hasta que te desplomes al suelo. Aun no he llegado a este
extremo de desplomarme así que no puedo hablar de que pasaria
entonces, pero nada bueno seguro.